Todos los días yo abro mi ventana
y todos los días veo la misma montaña
Un cerro que existe aun antes que la propia existencia
y que no es más que un impávido y sereno testigo
de la perpetua inocencia del propio y infinito tiempo.
Tiempo... tiempo y más tiempo...
interminable como el amor, el universo y el impetuoso viento
y levemente pesado como el mar, la tierra, el aire y el fuego.
Y esa montaña embriagada de curiosas historias y cuentos
también conoce los secretos de hoy y de un lejano antaño
aquellos mismos senderos trillados por vivos y muertos
margullados en la irremediable condición humana
Montaña, tiempo, vida y amor
todo dentro de mi y fuera del "yo" se mezcla y confunde
cuando cada mañana de lluvia o de sol
decido abrir mi ventana sin temor alguno...
RS
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