Debo decirte que traigo en mí las cuatro estaciones,
pues truena, caen relámpagos y florece la primavera,
llega el verano, el calor, toda la belleza de esta era,
y entonces viene el otoño y desfallecen mis ilusiones.
Que diera yo para que fuera siempre un áureo verano,
siempre una verde primavera, un constante gris invierno,
siempre otoño... ¡y mi alma en este desgobierno!
mientras que en el abismo sufre mi juicio insano.
Oh mi amor, nuestra relación consume todo esto
como la copa amarga que tomó Cristo
o como el fruto prohibido de Adán y Eva.
Oh mi amor, y te diré que yo no me quejo,
esta tempestad azuza aún más el deseo y su fuego
y lo convierte en una flor rara de nuestra intrincada selva.
Rainer Sousa
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